Justo lo que Europa necesitaba: ¡más impuestos!

Tergiversando la teoría de un premio Nobel de Economía, naciones líderes del Viejo Continente quieren poner sus garras en los rendimientos de los inversionistas. Sí, otra vez…,¿ la argentinización de Europa?

Atravesábamos la mitad de 2011 cuando, como consecuencia de la mala gestión política y de los desbarajustes fiscales que ocurrieron en muchos de los estados miembro de la Unión Europea, surgió una “genial idea” desde el arco político…

Dirigentes europeos propusieron aplicar en la UE un impuesto a las transacciones financieras y las inversiones, quizás como forma de tapar su ineptitud en la administración.

Esta tasa, basada en una tergiversada teoría del premio Nobel de Economía, James Tobin, sería aplicable a partir de 2014 y fue llamada vulgar e incorrectamente con el apellido de este economista. La idea no progresó inicialmente pero hubo un reintento en 2013.

Fue así que 11 países de la Unión Europea acordaron avanzar en la creación del impuesto TTF. Este gravaría las compras y ventas de acciones con al menos 0,1% y las operaciones con derivados en al menos 0,01%.

La meta era hacerse con 55.000 millones de euros de los ahorristas al año, de aplicarse en toda la UE.

Por entonces, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, sentenciaba: «ha llegado la hora de que el sector financiero devuelva a la sociedad parte de la contribución que ha recibido».

Por suerte para todos los que pagamos los impuestos eso no ocurrió, gracias en gran parte a la fuerte oposición de Londres.

Un nuevo intento

Pero los políticos no se iban a rendir tan fácil en su ambición de hacerse cada día más de nuestros ingresos. Lamentablemente, Bruselas retomó este año la “magistral” idea de colocar más impuestos a la población.

Obviamente, ante el rechazo anterior, y para no volver a fracasar, decidieron buscar una versión más “light” de la mal llamada Tasa Tobin. Y digo “mal llamada” porque hay una gran diferencia: originalmente, la Tasa Tobin había sido ideada para intentar quitar volatilidad a los movimientos de capitales internacionales. ¡Jamás fue pensada para cubrir la deficiente administración de los políticos o para solventar planes sociales y subsidios!

Ahora el nuevo intento de la Comisión Europea busca gravar con 0,1% las operaciones con acciones. La principal concesión en relación con la propuesta inicial, según trascendió extraoficialmente, sería que el impuesto sólo se aplicaría a la compra-venta de acciones de empresas de 10 naciones, emitidas en los respectivos países (Alemania, Francia, Italia, España, Portugal, Grecia, Austria, Bélgica, Eslovenia y Eslovaquia).

También excluye la imposición de las operaciones relacionadas con la deuda pública, aunque sospechosamente abre la puerta para suprimir esa exención.

Las operaciones con derivados serían alcanzadas, en base a su precio nominal (cuando exista) o a precio de mercado.

Hay 10 países que están dispuestos a avanzar sobre los recursos de los inversionistas y planean aplicarlo desde 2018. «Nunca habíamos estado tan cerca», señaló el comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici. Y la verdad tiene posibilidades, porque con el Brexit, ya no estaría el peso opositor de Londres.

Mi opinión

Desde ya no estoy de acuerdo en nada de nada con esta propuesta. No sólo porque creo que debe existir la libertad de movimientos en una economía eficiente, sino también porque el fin de esta medida nada tiene que ver con mejorar el funcionamiento económico global, ni siquiera de esos 10 países.

No hay una razón económica valedera. El único fin es recaudar para tapar los despilfarros e ineficiencias propias de malos gobernantes, no se busca el bien común. ¡El que diga lo contrario miente! Por otro lado, no hay evidencia de que este tipo de impuestos haya cambiado radicalmente la situación económica-social en ningún país que lo haya aplicado.

Incluso podría reducir las operaciones en esos países, ya que habrá otros que no aplicarán impuestos y eso sería contraproducente. Francia o Italia no esperaron al resto y fijaron sus propias tasas, sin grandes resultados. Francia logro una recaudación considerable pero sólo al inicio, mientras que Italia sufrió una caída del 32% en el volumen de negociación.

Sólo servirá para encarecer el financiamiento de las empresas, restar liquidez a los mercados afectados y desviar inversiones a otros países. De hecho Irlanda, Holanda y Luxemburgo, entre otros, se han opuesto férreamente a la iniciativa.

A priori, buena parte de los ciudadanos pueden ver la aplicación de la Tasa Tobin como positiva. Pero yo pregunto: ¿tienes alguna duda de en quién terminará cayendo el impuesto? ¿Alguien podría creer que su costo lo asumirán los bancos o el sistema financiero? Sin duda, tarde o temprano se trasladará a los inversionistas (empresas y ahorristas) vía comisiones o costos de mantenimiento de sus cuentas.

En cifras: los políticos quieren apoderarse de nada menos que 35.000 millones de euros anuales adicionales de la población. ¡Esta es la única verdad!

¡Lo último que necesita Europa ahora es más impuestos!

Federico Tessore – Director de Inversor Global

www.igdigital.com

El Inversor diario Fede 31.03.2016

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