Newsletter Nro. 13 – Addenda Nro. 1

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13 de agosto de 2015

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El Tratado de Paz de Versalles. La Superficialidad del Gobierno de Cristina Fernández

Después de ocho años de gobierno estamos acostumbrados a los exabruptos, no solo de la Presidente, sino también del Jefe de Gabinete, Ministros y de la Campora, que como bien sabemos la verdad, claridad y sabiduría es patrimonio de ellos.

Si bien, la desvergüenza de los funcionarios mencionados no tiene límites (Sarmiento, según Paka-Paka, representaba a la barbarie), la podemos justificar en su ceguera democrática y en su acendrado maniqueísmo.

Ceguera democrática deriva claramente del concepto de que si el voto no favorece al Gobierno, estamos ante un hecho desestabilizador (anulación de las elecciones en la Provincia de Tucumán).

Esta es la base del maniqueísmo. Es la tendencia a dividir a las personas, las ideas y las realidades en dos grandes grupos: los que saben y los otros. Por supuesto que los que saben son ellos y somos nosotros los que pecamos, básicamente porque no sabemos nada de nada.

Este gobierno de maniqueos políticos se conduce obsesivamente de acuerdo con esta bipolaridad en su vida pública.

El descontrol conceptual cada vez tiene menos límites. Un estudioso historiador profesional, profesor universitario, emite una opinión y la Presidente lo califica de burro. Este profesor universitario no debe haber leído las investigaciones y los estudios que justifica tremenda afirmación, y además no sabía que es una abogada exitosa.

Como siempre la liviandad de sus razonamientos se basan en realidades parciales que las interpreta “a piacere” sin rigor histórico y sin profundidad.

No es fácil interpretar y conocer profundamente el final de la Primera Guerra Mundial y todo lo que llevo a la firma del Tratado de Paz de Versalles.

Mariscal Foch: “Esto no es la paz. Solo un armisticio por veinte años.”

Es generalmente aceptado que las condiciones impuestas por los vencedores de Alemania llevaron a la creación del Nacionalsocialismo, como una revancha de los vencidos. Pero no todos los autores coinciden plenamente.

“Las clausulas económicas del Tratado eran malévolas y tontas al extremo de resultar evidentemente inútiles. Alemania había sido condenada a pagar reparaciones que llegaban a una suma fabulosa. Estas imposiciones eran la expresión de la ira de los vencedores y del fracaso de sus pueblos de comprender que ninguna nación o comunidad derrotada puede pagar tributos en escala suficiente como para cubrir el costo de una guerra moderna.” (Se Cierne la Tormenta – Winston Spencer Churchill).

El historiador Karl Dietrich Bracher define una serie de conceptos, en su libro “La Dictadura Alemana”, sobre el sistema de dominación hondamente enraizado en la tradición antidemocrática del imperio germánico. Como orígenes del nacionalsocialismo, menciona el fracaso de la revolución de 1848, la revolución nacional y conservadora de Bismark; los problemas estructurales internos del nuevo Reich ( segundo) que buscaba una proyección a la condición de potencia mundial que culminaría en la Primera Guerra y también al fracaso de la República de Weimar (1918) que culmino como trampolín de la dictadura hitleriana.

Los factores preponderantes de los hechos mencionados llevaron a una separación del pensamiento político alemán del conjunto de la evolución europea occidental. Desarrolla tendencias antioccidentales. La idea alemana de libertad fue cambiando progresivamente por una concepción del Estado semejante a un poder ordenador supranacional que garantizaba poder y protección siempre superior a los grupos políticos. Se fue configurando un poder de principios autoritarios de orden y prestigio. Los problemas derivados de este periodo siguieron acentuándose con la caída de Bismark. Se buscó neutralizar lo más rápidamente posible las ventajas de las grandes potencias. Se buscaba llegar a la hegemonía en Europa Central y participar en la distribución colonial y político-económica del mundo.

Según el historiador que nos ocupa, las causas sociales y económicas de este aislamiento internacional de la búsqueda del imperialismo germano dan la base de los antecedentes de la Primera Guerra. Asimismo la idea nacional –imperialista se materializo con el movimiento pangermánico llamado Movimiento Panalemán que propugnaba la unión de todos los alemanes en un imperio étnico nacional, que más tarde llego también a ser racista. Alemania buscaba convertirse en una potencia de primer nivel junto a Inglaterra, Francia y Rusia.

Otro de los antecedentes que se menciona del surgimiento del nacionalsocialismo, se refieren a la situación de la República de Weimar: la derrota del Segundo Reich y las exigencias del Tratado de Versalles. La República de Weimar siempre fue oscilante entre el Este y el Oeste, cumplimiento y rebelión, cooperación y revisión. Esta errática evolución favoreció al nacionalsocialismo que lo posiciono como exponente máximo del movimiento anti-Versalles.

En la década de 1920, la Alemania de Weimar sufrió el ejemplo más extremo y espectacular de lo que hoy llamamos de «relajación cuantitativa», (QE).

Ahora bien, ¿la hiperinflación alemana tuvo como origen al Tratado de Versalles?

Cuando los alemanes despertaron después de perder la guerra, el marco alemán había perdido tres cuartas partes de su valor frente al dólar, la libra, el franco francés.

El país estaba roto,…hambriento. La economía estaba gravemente herida.

La situación era limite (conferencia de paz de Versalles, la cuestión de las reparaciones), el nuevo gobierno republicano en Weimar sólo podría seguir los pasos de su predecesor imperial, recurriendo a la imprenta para suplir la necesidad inmediata de billetes nacionales que los impuestos no podían proporcionar. Al frente del Reichsbank estaba el Dr. Rudolph Havenstein, convencido de la solución a través de la emisión.

Además, las condiciones de paz eran prácticamente impagables (pago de 2.000 millones de marcos de oro al año durante 66 años -132.000 millones de dólares en total, entre otras confiscaciones).

Después de la guerra Alemania necesitaba remplazar sus confiscados buques mercantes, ferrocarriles, locomotoras y material rodante nuevo, nuevo equipo para construir caminos.

Con el criterio existente en Alemania del Weimar, empresarios comenzaron a aprovechar las oportunidades que ofrece crédito sin límites para satisfacer la demanda interna y recrear sus exportaciones. La disponibilidad de crédito sin límites favoreció a productores y fabricantes de acero (Thyssen, Siemens, AEG, Kloeckner, Krupp). Inversión sin respaldo.

Los alemanes estaban convencidos de la política expansiva del Reichsbank. El punto es que los industriales amaban la inflación.

Se comenzó a necesitar mucho tiempo para contar los billetes de cada transacción.

A finales del verano de 1923, la inflación impulsada por la ola de inversión comenzó a dar sus resultados negativos: falta de trabajo y fabricas paralizadas. Las huelgas por salarios más altos exigen cada vez más dinero de papel para pagarles.

En aquel momento, el principal problema era como se emitía mayor cantidad de marcos. Suena increíble las palabras que expreso con orgullo el Dr.Havenstein: “Estamos llegando a la emisión de 20.000 millardos diarios de marcos”. [Un milliardo son mil millones]. De seguir así, en un día se podrá emitir dos tercios de la circulación total.

Havenstein no conocía la teoría cuantitativa del dinero: en general el precio de los productos tiene relación con la oferta de dinero disponible para comprar.

En noviembre, Havenstein afortunadamente murió. El Dr. Hjalmar Schacht (más tarde banquero de Hitler), se hizo cargo del trabajo. El Reichsbank detuvo de inmediato el descuento bonos del Tesoro, y la economía, que estaba orientada a la inflación perpetua, paró en seco.

El Dr. Schacht inteligentemente permitió al marco la eliminación de 12 ceros de cada operación, para volver a la cordura la contabilidad. Pero Schacht introduce simultáneamente una moneda llamada el rentenmark, con base, no en oro, sino en el valor de la tierra, ya que no había suficiente oro de respaldo. Y, milagrosamente, funciono.

El rentenmark se mantuvo hasta el reichsmark pudo volver a la paridad oro que regía en 1914. La gente creyó en el rentenmark porque necesitaba creer en él, y quería hacerlo. El valor del dinero, es la confianza. La estabilidad volvió con la confianza en la moneda.

Desde el punto de vista ideológico, volvió a las originales posiciones de la relación con Europa.

Volvió a desenvolver la doctrina de la hegemonía político-cultural y político-racial del Reich germano. Esto favorecía las ideas de Hitler basadas en la idea de una Gran Alemania, y la idea del “espacio vital”. La idea fundamental de Hitler era la afirmación del dogma imperial del dominio biológico-racial del más fuerte. Consideraba a los eslavos como una raza inferior   y contra los judíos declarados “enemigo mundial nro. 1”. Originariamente en el Reich de Bismark, el ejército era considerado como escuela de la nación, el status de oficial de la reserva resaltaba la posición del ciudadano. Como consecuencia, la combativa   ideología nacionalsocialista era muy afín con este concepto. Así fue como Hitler tuvo muchas menos dificultades que Mussolini para la movilización militar del pueblo y del partido militar.

El nacionalsocialismo fue producto de una ideología de guerra, que luego fue utilizada para la organización de un movimiento de masas. Es un fenómeno específicamente alemán.

La belicosidad de Alemania de la Segunda Gran Guerra no fue consecuencia del Tratado de Versalles. Estaba en las raíces de la voluntad hegemónica que pretendía Alemania para compensar los desarrollos imperialistas de Gran Bretaña, Francia y también Italia (aunque en menor medida), desde el inicio de la Revolución Industrial.

“Las condiciones de la paz impuesta por las principales potencias vencedoras (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia) que concluyen en el Tratado de Versalles, respondían a cinco consideraciones principales.

La más inmediata era el derrumbamiento de un gran número de regímenes en Europa y la eclosión en Rusia de un régimen bolchevique revolucionario alternativo dedicado a la subversión universal e imán de las fuerzas revolucionarias de todo el mundo.

En segundo lugar, se consideraba necesario controlar a Alemania, que después de todo, había estado a punto de derrotar con sus solas fuerzas a toda la coalición aliada. Por razones obvias, esta era la principal preocupación de Francia.

En tercer lugar había que reestructurar el mapa de Europa, tanto para debilitar a Alemania como para llenar los grandes espacios vacíos que habían dejado en Europa y en el Cercano Oriente la derrota y el hundimiento simultaneo de los imperios ruso, austrohúngaro y turco. Los principales aspirantes a esa herencia, al menos en Europa, eran una serie de movimientos nacionalistas que los vencedores apoyaron siempre que fueran antibolcheviques. El objetivo principal que guiaba en Europa la reestructuración del mapa era la creación de estados nacionales étnicos-lingüísticos, según el principio de que las naciones tenían “derecho a la autodeterminación” El presidente de los Estados Unidos, cuyos puntos de vista expresaban los de la potencia sin cuya intervención se habría perdido la guerra, defendía este principio que era más fácilmente sustentado por quienes estaban alejados de las realidades étnicas y lingüísticas de las regiones que debían ser divididas en estados nacionales. El resultado de ese intento fue realmente desastroso, como lo atestigua todavía la Europa de 1990. Los conflictos nacionales que desgarran el continente en los años noventa estaban larvados ya en la obra de Versalles.

El cuarto conjunto de consideraciones eran las de la política nacional de los países vencedores Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos y las fricciones entre ellos. El Congreso de Estados Unidos se negó a ratificar el tratado de paz y por consiguiente se retiró del mismo, hecho que habría de tener importantes consecuencias.

Finalmente, las potencias vencedoras trataron de conseguir una paz que hiciera imposible una nueva guerra como la que acababa de devastar al mundo. El fracaso que cosecharon fue realmente estrepitoso, ya que veinte años más tarde el mundo estaba nuevamente en guerra”. (Historia del Siglo XX de Eric Hobsawm)

Hemos relatado una serie de consideraciones sobre los posibles orígenes de la Primera Guerra Mundial, sus consecuencias, el Tratado de Versalles, posibles orígenes del nacionalsocialismo y someramente como llegamos hasta hoy.

Como mencionamos al principio el hecho ecuménico que nos ocupa es profundo y fundamental. Son muchísimas las investigaciones que se han concretado y las que se siguen concretando.

La realidad de las mismas es que nadie tiene la verdad absoluta sobre lo que sucedió. Se investiga y analiza con una óptica determinada y es propio de un investigador inteligente reconocerlo.

De todos modos, debemos reconocer, que lo que mencionamos como verdad universal (nadie tiene la verdad absoluta) no es verdad.

Sabemos quién es el burro gracias a quien si tiene la verdad.

Que lastima, ¿no?

Federico Rivero Lahitte


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