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20 de octubre de 2015

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Elecciones Generales en Argentina: 25 de octubre de 2015

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1983 fue un hito en la historia Argentina. Después de mucho tiempo íbamos a recuperar la democracia. La importancia de elecciones era para nosotros, los ciudadanos, como como despertar de un largo sueño, ya casi olvidado.

Con altos y bajos, valió la pena. Estamos convencidos íntimamente que el único sistema valido es la democracia.

Pero debemos ser consientes que desde hace doce años recibimos, paulatinamente, una tergiversación de la realidad. Lo que en algún momento pensamos que en el 2003 se podía iniciar un periodo de nuevas ideas, al poco tiempo comenzamos a vislumbrar un objetivo claro, en donde la única idea era el poder por el poder mismo. Fuimos recibiendo constantemente dosis pequeñas, pero cada vez más potentes, de un “relato” cada vez más irreal. Lindante con la locura.

Tenemos la oportunidad de enderezar nuestra democracia. Lo que debemos tener en claro es que el sistema actual debe cambiar de raíz. No existen los “iluminados”, nadie siempre tiene la verdad porque sí. Es necesario un cambio, para, necesariamente, aggiornar nuestra democracia y volverla a la vida activa nuevamente.

Nos pareció oportuno reproducir una nota publicada tiempo atrás, con el objetivo de recordar nuestro pasado inmediato.

¡Basta de Eufemismos!

No recordamos nuestra historia, caemos en errores ya vividos y negamos la realidad de que vivimos en forma inestable. La estampida del dólar en nuestra situación de inestabilidad se debe directamente, no al valor actual, sino a lo que puede llegar. Por consiguiente, nos debemos defender.

Es el momento de formar un equipo económico profesional, que sepa lo que hay que hacer con memoria y que busque la estabilidad. Salir de donde estamos va a llevar tiempo. Cuanto más tardemos más doloroso será.

(http://inversionesalacarta.com/2013/06/la-falta-de-memoria-mata-al-hombre-y-la-inestabilidad-tambien/)

Estas palabras fueron escritas en junio del año pasado. Han pasado más de siete meses, y pareciera que hay una especie de temor de llamar las cosas por su nombre. Tanto políticos como periodistas (siempre hay excepciones) buscan caminos sinuosos para analizar la realidad económica y política. Cuando “el relato” tenía vigencia, podíamos justificar, al menos medianamente, cierta discreción en las críticas al Gobierno. La situación empeora rápidamente y los que mandan no tienen respuestas. Para bien de nuestro país debemos ser más directos en los conceptos. Basta de eufemismos. “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión seria dura o malsonante”.

Todos somos argentinos, y desde nuestro puesto de trabajo o desde lo que nos toca vivir, debemos defendernos. Admitamos que fuimos engañados y asumamos nuestras culpas. Pero la realidad actual habla por sí sola. El actual gobierno no tiene como objetivo destruirnos (al menos explícitamente). Una vez superado “el relato” (que tal vez ellos mismos se lo creían), chocamos con la realidad. Andamos muy mal, interna y externamente, y lo concreto es que no saben que hacer. Cada tema que desenvuelven fracasan. Desde los fracasos de Moreno (Jaimito) hasta los de Kicilof (el gran intelectual, progre de izquierda – sus promedios escolares no eran los que se presumían), el deterioro se acentúa minuto a minuto.

Si bien el Gobierno no reconoce los problemas, angustiosamente, trata de corregirlos. Pero el tema principal es que no sabe que hacer. No hay conocimiento, no hay profesionalismo. Como falta plata pongamos más impuestos e inventemos el CEDIN. Para que no bajen las reservas monetarias, implementemos controles cambiarios. El razonamiento, que no deja de ser infantil, los lleva a pensar que con mas impuestos vamos a recaudar mas (¿?), que con el blanqueo ingresaran u$S 4.000 millones y que con los controles cambiarios eliminaremos la fuga de divisas.

Confisquemos Repsol, que nos va a tener que indemnizar.

Ninguno de estos presupuestos alcanzó a cumplirse, aunque sea mínimamente. Lo que sí es real y concreto, baste escuchar a Capitanich, es la tergiversación del país.

No nos permitamos más eufemismos. Este Gobierno miente, y miente por dos motivos: por un lado, simplista, quiere mantener “el relato” y por el otro, más importante, no sabe que hacer, para llegar decorosamente al fin del mandato. De corazón, creemos que debe finalizar el mandato en el 2015, pero si debemos exigir un mea culpa, una rectificación del camino, y una búsqueda de personas que sean técnicos, profesionales, idóneos y sobre todo que no mientan para afrontar la realidad. El equipo económico esta llevando a cabo un ajuste (no hay otra salida) parcial, cortoplacista y sin sistema integral. La economía y por consiguiente, nuestro standart de vida seguirá hundiéndose.

Las mentiras son inmensas (más de diez años de mentiras), pero es muy alarmante la situación patrimonial del país. El pasado 19 de Enero se publico en el diario La Nación un detallado análisis del economista Nicolás Dujovne acerca del tema (“Hay esqueletos fiscales en el armario Kirchnerista”)

http://www.lanacion.com.ar/1656691-hay-esqueletos-fiscales-en-el-armario-kirchnerista

Antes de comentarlo, recordé una nota publicada en estas columnas el pasado Agosto, también en relación al tema. ¿Es fácil mentir con las cuentas nacionales?, por Federico Rivero Lahitte.

http://inversionesalacarta.com/2013/08/es-facil-mentir-con-las-cuentas-nacionales/

Las cifras que expreso la presidente en su alocución me llamaron ostensiblemente la atención. El hecho de haber pagado u$s 173.733 millones con recursos genuinos, sin acceder al mercado de capitales, me pareció excepcional.

El publicitado crecimiento de Argentina a “tasas chinas” siempre me llamo la atención. Por tal motivo recurrí a mis archivos para recordar los comienzos del siglo, cuando se desencadeno nuestra colosal crisis.

Por referencias de Roberto Cortes Conde, la deuda pública estaba en alrededor de los 60 mil millones de pesos al inicio de la década del 90, y subió a 120 mil millones a fines de 1999. Seguramente, dicho monto puede haber llegado a 140 mil millones, ya convertidos en dólares. Por otro lado, podemos agregar que el PBI redondeaba u$s 300.000 en 1998.

Es evidente que ya deben haber descubierto el porqué de las cifras presidenciales llamaron mi atención. Teníamos una deuda que no superaba los u$s 150.000 millones (sumémosle intereses), y restemos la reducción lograda gracias a las tratativas de este Gobierno. Ya pagamos mas de u$s 170.000 millones, pero parece que todavía debemos mucho. Como decía un amigo del barrio “las fichas no me caen”.

Días atrás recibí un informe financiero de Massot y Asociados sobre la falacia del desendeudamiento.

En uno de los párrafos se expresaba que el Secretario de Finanzas, informaba que la deuda pública con acreedores privados, organismos multinacionales y otros países sumaba u$s 82.696 MM, y que esta cifra era equivalente al 18.8 % del PBI al tipo de cambio oficial. Una regla de tres simple y considerando una relación peso – dólar de 5 (fin de 2012), determinamos un PBI mayor a u$s 440.000 MM. Siguiendo simple cálculos aritméticos, el PBI en dólares, lo llevamos a pesos al cambio oficial ($ 5 por dólar). Ahora bien, tenemos en claro, que dólar a $ 5 no existía, en aquel momento. Con un criterio optimista, la cifra obtenida en pesos, la llevamos nuevamente a dólares a una cotización de $ 7 por dólar. De este modo, llegamos a una cifra del PBI, que entendemos más realista: u$s 330.000 MM. Partimos de la base que la cotización tomada a fines del 2012, ya en aquel momento no era realista y completar este análisis económico con más variables superaría largamente el espacio de esta nota.

A la deuda informada, le debemos sumar lo adeudado a entes del sector publico nacional (BCRA, FGS, BNA y otros) llegamos a un total de deuda de u$s 197.464. Esta deuda total esta básicamente nominada en dólares, euros y pesos ajustables por CER. El 77 % de la deuda la consideramos apareada a dólares y el resto, 23 %, en pesos no ajustable.

Llegado a este punto vamos a mostrar dos análisis:

a.- Porcentaje de deuda en pesos

PBI considerado a $ 5 por dólar $ 2.207.500 MM

Deuda:

77 % sobre deuda total a $ 7 por dólar $ 1.061.830 MM

23 % sobre deuda total a $ 5 por dólar $ 226.550 MM

Total $ 1.288.380 MM

En consecuencia, la deuda alcanza al 59 % del PBI.

b.- Porcentaje de deuda en dólares

PBI actualizado a $ 7 por dólar u$s 315.357 MM

Deuda en dólares u$s 197.464 MM

En consecuencia, la deuda alcanza al 63 % del PBI.

El análisis de Massot & Asoc. puso en claro la situación de la deuda Argentina y mostro la falacia del desendeudamiento.

Pero, desgraciadamente, aquí no termina el problema:

– Los fallos por el eventual default podrían sumar hasta u$s 20.000 millones (La Nación, 13 de Agosto de 2013). Prat Gay, “reiteró que el anuncio, realizado por la presidenta Cristina Fernández por cadena nacional, fue ‘un reconocimiento de que no hay escapatoria, de que el Gobierno está atrapado en sus propios errores”.

El legislador analizó que el fallo adverso de la Cámara de Apelaciones de Nueva York “era previsible, por lo tanto, las medidas que se toman las podrían haber tomado antes y yo tengo muchas dudas de que vayan a resolver algo”.

– Juicios previsionales por incorrecta liquidación de haberes (no considera el 82 % móvil)

– No debemos olvidar, la “espada de Damocles” debido a la confiscación de Repsol/YPF, que puede anexar a la deuda otros u$s 10/15.000 millones.

En definitiva, nuestra deuda fácilmente puede alcanzar alrededor del 85 % del PBI. Ahora bien, ¿la situación económica de nuestro país tiene condiciones de repago ante tremenda deuda? Por supuesto que siempre hay caminos para encauzar la situación. Pero, en estas condiciones, la realidad es que no tenemos la posibilidad de financiar deudas ya que no tenemos acceso a los mercados financieros, y en caso que descubramos alguna “cueva internacional” las condiciones serian terriblemente leoninas en razón de la debilidad económica y la mala reputación que desgraciadamente mostramos al mundo. Para colmo, creciente déficit en las cuentas fiscales debido al incremento del gasto público y constante fuga de divisas. Todos estos temas, sumados al desequilibrio comercial contribuyen a una constante disminución de nuestras reservas.

Sin eufemismos, esta situación se debe a los 10 años de políticas del gobierno (dentro de los cuales hubo algunos periodos más aceptables). El fundamento del punto donde nos encontramos son dos: la inflación y la falta de productividad, como consecuencia.

No tengo claro si es fácil mentir con las Cuentas Nacionales. Pero, usando la libreta de cuerina negra del antiguo almacenero, pienso:

Debíamos u$s 150.000; pagamos u$s 173.000 y todavía debemos alrededor de u$s 260.000 (incluido todo tipo de deuda). Como decía mi amigo del barrio: “Las fichas no me caen”.

Finalmente, de mis archivos extraigo las siguientes cifras, que no me aclaran nada acerca del crecimiento a tasas chinas:

PBI en dólares (millones)

1998      2000        2001        2002        2005        2011*      2012 **

298.948 276.173    268.697  101.455  177.340  472.815  315.357

Per capita (en dólares)

8278      7671        7170          2675        4512        11257        7.400

– Fuente: INDEC y FMI –

*A cambio oficial

** Estimación propia: PBI deflacionado a $ 7 por dólar

Vale decir que es verdad que la Argentina se recupero, pero ¿y el crecimiento a tasas Chinas? El PBI esta prácticamente a los mismos niveles que en 1998. La cifra del 2011, de FMI, esta influenciada por el valor oficial del dólar (concepto semejante al 1×1) o sea sobrevaluado. Sabemos que las condiciones económicas globales cambiaron desde aquella época, aumento de los precios de los commodities y ostensible disminución de las tasas de interés (Bolivia y Paraguay obtienen préstamos internacionales a tasas algo superiores al 4 % anual). ¿Cuál es la conclusión?

Los vencedores son la comunicación, el marketing y el relato. Con sangre sudor y lágrimas descubrimos que la nueva manera de manejar la economía, que el mundo debía aprender de nosotros, no era otra cosa que una farsa.

Es realmente sorprendente la similitud entre el articulo de Rivero Lahitte y el que a continuación reproducimos de Dujovne. Caminos diferentes pero semejantes, llegan a conclusiones compatibles.

El «desendeudamiento» es quizás el último bastión de la retórica kirchnerista en el campo económico. Atrás quedaron las épocas en que el discurso oficial ofrecía un menú de logros más diversos, como el «crecimiento a tasas chinas», la vigencia de un tipo de cambio competitivo o los superávits gemelos.

Según números oficiales, la deuda pública de la Argentina suma hoy US$ 196.000 millones, equivalentes a 48% del PBI usando el tipo de cambio oficial. Si quitásemos a esa deuda la parte que está en manos del Banco Central y de la Anses, bajaría a US$ 80.000 millones y sería equivalente a apenas 20% del PBI. En ese proceso de neteo de la deuda intrasector público, el Banco Central se quedaría sin capital y el Fondo de Garantía de Solidaridad de la Anses desaparecería. No más plan Procrear ni netbooks para todos. Pero asumamos por ahora que ese neteo se realiza y que la Argentina tiene efectivamente una deuda inferior a 20% del PBI. Esa cifra compararía con una de 80% para el promedio mundial de deuda en relación con el producto bruto, y de 35% para las economías emergentes. Un punto para el relato.

Sin embargo, la Argentina ha acumulado una serie de deudas que no figuran en la contabilidad oficial, pero que deberán ser afrontadas por el próximo gobierno. Como en el caso de una familia que deja de pagar la tarjeta de crédito, la obra social y el colegio de los chicos. No pagar no implica no endeudarse. Malas noticias, eso es lo que estuvimos haciendo. Las deudas que no son contabilizadas correctamente por los números oficiales -los «esqueletos fiscales»-tienen origen en múltiples frentes.

El caso de las deudas en el Ciadi es uno de los más importantes. La Argentina tiene 23 juicios pendientes de resolución en ese tribunal, la mayoría en etapa avanzada. Los litigios en general provienen de compañías que proveían servicios públicos básicos, como la distribución de agua, gas y electricidad y que fueron afectados por la ley de emergencia económica (25.561

02), que congeló las tarifas. El monto reclamado supera los US$ 50.000 millones, aunque estimamos que esos montos podrán ser reducidos en las sentencias o en negociaciones posteriores a menos de la mitad, unos US$ 18.000 millones, a los que se suman los US$ 6500 millones en bonos a valor nominal que serán pagados a Repsol por la estatización de su participación accionaria en YPF.

Otra deuda de urgente normalización es la que el Estado mantiene con los jubilados. Este pasivo surgió luego de que el gobierno nacional no actualizara correctamente las mensualidades entre 2002 y 2006, y la Corte Suprema fallara en favor de los pasivos (caso Badaro). A esto se sumó una desactualización en los salarios que condujo a una subestimación del haber jubilatorio, que llevó a otro fallo en contra del Gobierno (caso Elliff). La deuda que se acumula por estos conceptos alcanza unos $ 150.000 millones y ese monto podría ser más elevado si la Justicia exigiera que se aplique el 82% móvil de modo retroactivo, o incluso con una tasa de 70 por ciento. Actualmente, la relación entre haber jubilatorio y salario ronda el 60 por ciento.

En el caso del Club de París, las estadísticas públicas reconocen una deuda de US$ 6000 millones, que crecería hasta US$ 10.000 millones si se incluyen intereses. Y con respecto a los holdouts no hay cifra alguna en nuestras estadísticas, aunque sabemos que debemos entre US$ 11.000 millones y US$ 30.000 millones dependiendo del fallo de la justicia norteamericana y su acatamiento o no por parte del país. Entre ambos conceptos, una cifra a mitad de camino del monto no reconocido por el Gobierno arrojaría una deuda contingente de US$ 24.000 millones.

Finalmente, resta pagar en los próximos años unos US$ 39.000 millones en concepto de cupones de PBI, instrumentos de deuda contingente emitidos en los canjes de 2005 y 2010. Si bien esos pagos no figuran en nuestra deuda, deberían hacerlo, ya que de lo contrario se subestima el esfuerzo fiscal que deberá hacer la Argentina en los próximos años.

Un último punto: la infraestructura. Se necesita urgente renovar la infraestructura vial, ferroviaria, energética y de comunicaciones. También eso se financia con deuda. Sólo a modo de ejemplo: la generación de energía funciona al límite y se deben agregar de inmediato entre 3000 y 5000 megavatios de capacidad a un costo cercano a US$ 10.000 millones. Si se extiende esto al resto de los sectores la cifra resultará no menor a US$ 50.000 millones. Pero ése es otro capítulo.

Simplemente sumando los pagos por la deuda en el Ciadi, el arreglo con Repsol, la deuda con los jubilados, los holdouts y el Club de París, y los pagos futuros de cupones de PBI, se agregan a nuestra deuda con el sector privado unos US$ 110.000 millones. La deuda si se excluye al propio sector público más que se duplicaría entonces y treparía hasta US$ 190.000 millones o 47% del PBI, en vez del 20% que reporta el Gobierno. Y si el cómputo se hiciera midiendo el PBI en dólares a un tipo de cambio «celeste» -mitad blanco, mitad blue-, nuestra deuda subiría a 61% del PBI. Otra vez sopa, aun dejando sin dinero al Banco Central y la Anses. Así como la Argentina eligió no tener inflación simplemente no reportándola, lo mismo hicimos con la deuda. Pero está allí, vivita y coleando. Otra vez, después del desendeudamiento.

De las dos notas comentadas hay una diferencia temporal de aproximadamente seis meses. Un respetable periodo, en el cual en vez de cambiar la tendencia declinante se ha profundizado.

No podemos, ni debemos, ni engañar ni engañarnos. No usemos más palabras para moderar la situación. No son validos conceptos como “van por el camino equivocado,…o esta ya se experimento y no resulto…” Hacen lo que hacen porque es lo único que saben. No más eufemismos,… ¡que poco que saben!

http://codigoinversor.com/2014/01/basta-de-eufemismos/


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