A un mundo convulsionado por las guerras se suma el ataque del califato islámico

Califato El ABC 08.10.14

Los mercados preveen una creciente inestabilidad

La publicaciones de nuestro blog tiene una marcada tendencia a las informaciones financieras y bursátiles pero el mundo en el cual estamos, amenudo nos lleva a reflexionar sobre la situación actual. No solo estamos rodeados de guerras tradicionales sino que ahora nos enfrentamos a una guerra ideologica del mal.

El termino califato islámico no representa dicho concepto. Hace referencia al primer sistema de gobierno establecido en el Islam y representó la unidad en torno al líder de la umma (comunidad) musulmana. En teoría, se trata de una república constitucional aristocrática (Constitución de Medina). Significa que la cabeza del Estado, el califa, y todos los miembros, son representantes del pueblo y del islam y deben gobernar de acuerdo a la ley religiosa, o sharia.

Casualmente, con dos días de diferencia se publicaron sendas notas (El País de España e Infobae de Argentina) que nos remarcan que el cruel califato islámico actual no representa a la comunidad musulmana y que si bien se va a derrotar militarmente, la victoria final, solamente se lograra ganando, básicamente, la guerra de las ideas. A continuación brindamos un resumen de ambas notas.

La batalla intelectual contra el Estado Islámico

 

Por el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum, vicepresidente y primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos y gobernante de Dubái.
No se pueden extinguir los fuegos del fanatismo por la fuerza exclusivamente

Para evitar que el EI nos haga entender por las malas debemos reconocer que no podemos extinguir los fuegos del fanatismo exclusivamente por la fuerza. Desde luego, el EI puede ser derrotado militarmente —y lo será— por la coalición internacional que ahora se está formando y que los EAU están apoyando de forma activa, pero la contención militar es solo una solución parcial. La paz duradera requiere otros tres ingredientes: ganar la batalla de las ideas, mejorar la administración de los asuntos públicos en los casos en que sea deficiente y apoyar el desarrollo humano de las bases.

Una amenaza mundial requiere una reacción también mundial. El EI es una organización bárbara y brutal. No representa el islam ni los valores más básicos de la humanidad. Aun así, ha surgido, se ha extendido y ha resistido a los que se oponen a ella. No estamos luchando contra una organización terrorista, sino contra la encarnación de una ideología maligna que se debe derrotar intelectualmente.

Sus semillas están germinando en Europa, Estados Unidos, Asia y otras zonas. Con sus retorcidas connotaciones religiosas, esa franquicia de odio está a disposición de cualquier grupo terrorista que quiera adoptarla. Entraña la capacidad para movilizar a miles de jóvenes desesperados, vengativos o airados y los utiliza para atacar los cimientos de la civilización.

La ideología que alimenta al EI tiene mucho en común con la de Al Qaeda y sus filiales en Nigeria, Pakistán, Afganistán, Somalia, Yemen, el norte de África y la península Arábiga. Lo que más me preocupa es que, hace un decenio, semejante ideología era lo único que Al Qaeda necesitaba para desestabilizar el mundo, incluso desde una base primitiva en las cuevas de Afganistán. Hoy día, los miembros del EI tienen acceso a la tecnología, las finanzas, una base territorial enorme y una red yihadista internacional. Lejos de ser derrotada, su ideología de rabia y odio se ha vuelto más estricta, perniciosa y generalizada.

Debemos atacar la raíz para privar a su peligrosa ideología de la capacidad para alzarse de nuevo entre personas a las que un ambiente de desesperanza y desesperación ha hecho vulnerables. La solución tiene tres componentes. El primero es el de contrarrestar las ideas malignas con pensamiento ilustrado, mentalidades abiertas y una actitud de tolerancia y aceptación. Ese método procede de nuestra religión islámica, que exige paz, honra la vida, valora la dignidad, promueve el desarrollo humano y nos inclina a hacer el bien a los demás.

Solo una cosa puede detener a una juventud suicida que está dispuesta a morir por el EI: una ideología más sólida que la guíe por la senda correcta y la convenza de que Dios nos creó para mejorar nuestro mundo, no para destruirlo. Podemos seguir el ejemplo de nuestros vecinos de Arabia Saudí con sus grandes éxitos al desradicalizar a muchos jóvenes mediante centros y programas de apoyo psicológico. En esa batalla de las mentalidades, los pensadores y los científicos de altura espiritual e intelectual entre los musulmanes son los que están en mejores condiciones para encabezar la lucha.

El segundo componente es el apoyo a las medidas adoptadas por los Gobiernos para crear instituciones estables que puedan prestar servicios reales a sus pueblos. Debe quedar claro para todo el mundo que el rápido crecimiento del EI fue alimentado por los fallos de los Gobiernos de Siria y de Irak: el primero hizo la guerra contra su propio pueblo y el segundo promovió la división sectaria. Cuando los Gobiernos no abordan la inestabilidad, las reivindicaciones legítimas y las amenazas graves y persistentes, crean un ambiente ideal para que se incuben las ideologías del odio y para que organizaciones terroristas llenen el vacío de legitimidad.

El último componente es el de abordar urgentemente los agujeros negros en materia de desarrollo humano que afligen a muchas zonas de Oriente Próximo. Esa es una responsabilidad no solo árabe, sino también internacional, porque brindar oportunidades a las bases y una mayor calidad de vida a los pueblos de esa región es la garantía para mejorar nuestros problemas comunes de inestabilidad y conflictos. Nuestra región alberga a más de 200 millones de jóvenes. Tenemos la oportunidad de infundirles esperanza y orientar sus energías hacia la mejora de sus vidas y las de su alrededor. Si fracasamos, las abandonaremos al vacío, el desempleo y las maliciosas ideologías del terrorismo.

Todos los días en que damos un paso hacia el desarrollo económico, la creación de puestos de trabajo y el aumento de los niveles de vida, socavamos las ideologías del miedo y del odio, que se nutren de la desesperanza. Privamos a las organizaciones terroristas de su razón de ser.

No hay nada más poderoso que la esperanza de una vida mejor.

www.project-syndicate.org

http://elpais.com/elpais/2014/09/29/opinion/_

 

ISIS: ¿el Islam es la solución?

Por: Iván Petrella

Históricamente, la comunidad internacional intentó combatir los grupos fundamentalistas del Medio Oriente interviniendo militarmente y a partir de ahí tratando de secularizar el conflicto. Ahora, ante las atrocidades que viene cometiendo ISIS, una fuerte ofensiva militar se está complementando con una nueva alternativa: el combate teológico, la batalla por la definición del Islam. Lo que se busca es que el Islam sea una herramienta, y a largo plazo tal vez la herramienta central, en la pelea contra fundamentalistas.

El argumento que subyace a esta tercera opción fue resumido por un importante referente del clero musulmán, el Sheik Bin Bayyah: “Si no derrotas las ideas intelectualmente, las ideas van a resurgir”. Por eso, hay que combatir ISIS con el Islam y así evitar que sean los extremistas quienes definan la fe. El combate se está dando en tres niveles distintos: juristas y autoridades del Islam, sociedad civil y Estados nación.

La oposición al accionar de ISIS por parte de reconocidos académicos musulmanes no es algo nuevo. Desde que declaró el establecimiento de un califato, el grupo fue condenado por diversos referentes de la fe. Figuras importantes de Al-Azhar, la universidad más antigua del Islam, lo rechazaron abiertamente: “El califato islámico no puede ser restaurado por la fuerza. Ocupar un país y matar la mitad de su población (…) no es un estado islámico, eso es terrorismo”.

Lo novedoso es que representantes de distintas interpretaciones, moderadas y extremas, se unan en contra del grupo terrorista. Ciento veinticinco académicos y clérigos del Islam, de distintas nacionalidades, redactaron una carta en la cual criticaron a ISIS por justificar sus atrocidades en nombre de Dios. El documento incluye una lista detallada de los horrores cometidos por los extremistas y explica por qué cada uno viola versos específicos del Corán y las enseñanzas del profeta. Premisas como “agredir en nombre de Dios no es propio del Islam” y “obligar a la gente a convertirse es ajeno al Islam” son sostenidas con extractos de los textos sagrados. La carta está dirigida al líder de ISIS, pero también hacia la comunidad musulmana en general, con el fin de evitar que nuevos fieles se alisten o colaboren financieramente.

La sociedad civil también se apropió de la tarea de difundir que ISIS no representa el Islam. Cuando se dio a conocer que en los actos de ISIS participaban jóvenes provenientes de países occidentales, jóvenes musulmanes británicos comenzaron en las redes sociales la campaña #notinmyname (no en mi nombre). Creyentes de todo el mundo se sumaron a la iniciativa y la semana pasada miles de fieles en Francia, Alemania y Noruega participaron de demostraciones en contra del accionar y la ideología de los extremistas.

La misma lógica se puede encontrar a nivel estatal si se tiene en cuenta que los primeros en unirse a la coalición liderada por Estados Unidos fueron países musulmanes como Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes, Egipto y Jordania. En este sentido, el presidente Obama hizo hincapié en sus discursos en la necesidad de marcar la distancia entre ISIS y el Islam; sostuvo que ninguna religión justifica el asesinato de inocentes y remarcó que, hasta el momento, la mayoría de las víctimas han sido musulmanes.

Todo lo dicho no minimiza la importancia de la respuesta armada en el corto plazo. Pero hay que evitar el peligro de que nuevamente el accionar de un grupo extremista lleve a la generalización y a la identificación de una enorme cantidad de creyentes con la violencia de una minoría. Culpar a 1.400 millones de personas por las atrocidades que cometen algunos refuerza la postura fundamentalista, en la cual un grupo se considera el representante del Islam en su totalidad. De la misma forma, ver el conflicto como un enfrentamiento entre Islam y Occidente le resulta funcional a grupos como ISIS, quienes precisamente postulan esa dicotomía.

Para combatir a grupos extremistas como ISIS el Islam inevitablemente debe ser parte de la solución, lo cual requiere un esfuerzo de la comunidad musulmana y de la comunidad internacional. La Argentina es el país con mayor número de musulmanes de América Latina y ejemplo destacado de la convivencia de las tres religiones de raíz abrahámica. Seguramente podríamos aportar nuestra experiencia para ayudar en esta tarea urgente.

http://opinion.infobae.com/ivan-petrella/2014/10/08/isis-el-islam-es-la-solucion/

Notas Relacionadas:

http://codigoinversor.com/2014/07/la-guerra-de100-anos/

http://codigoinversor.com/2014/08/un-mundo-turbulento-las-diez-guerras-que-hacen-de-2014-un-ano-peligroso/

 

 

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