La economía colaborativa puede ayudarnos a eliminar ciertos excesos del capitalismo

 

Eico Colaborativa El ABC 27.11.14

La entrevista con Juan Cartagena fundador y CEO de Traity, portal que aspira a convertirse en uno de los desarrolladores del ecosistema del consumo colaborativo, aporta una ingeniosa idea sobre lo que puede ser el futuro de un capitalismo moderno.

Con dicho objetivo, la intención de Traity es crear un estándar de la reputación que permita agregar toda la información que existe en las redes sociales, o de las transacciones online positivas de eBay o Airbnb, y que demuestran que uno es una persona que existe y fiable.

Con este tipo de informaciones fehacientes se puede mejorar la economía en general y cambiar de raíz el sistema.

Sobre la economía colaborativa

P – ¿Cómo le explicarías a alguien que no haya oído hablar nunca de economía colaborativa de qué se trata todo este tema?

R – Cada vez que alguien compra un producto o un servicio de una empresa está pagando no solamente el producto sino también los salarios de los directivos, managers, etc. Pero si tenemos una tecnología que agiliza el que yo pueda alquilar directamente el coche del vecino que éste no utiliza, no le pago nada a ningún directivo y le doy al vecino directamente el dinero por un coche que no usa, y su coche me sirve a mí lo mismo que uno alquilado a una empresa de alquiler. Al final, gracias a esta colaboración, logramos eliminar capas, pasando de estructuras centralizadas a una estructura de nodos. Los nodos, detrás de los que hay personas, pueden interactuar directamente sin tener que pasar por la cúspide de la pirámide.

P – En su libro La sociedad del coste marginal cero, Jeremy Rifkin sostiene que la economía colaborativa anticipa un cambio de modelo.

R – Efectivamente, en el momento en que el retorno marginal del capital es igual al costo marginal.

P – Exacto, y si el coste marginal es casi nulo, el retorno también lo es, como está ocurriendo en ciertos casos, digamos por ejemplo la industria del libro electrónico. Hay quien lo ve de otra forma, como en el artículo de Byung-Chul Han, quien cree que la economía colaborativa anticipa más bien algo así como el capitalismo al cuadrado. Creo que no ves tampoco en la economía colaborativa revolución alguna, no se trata de un cambio de paradigma, sino de agotar el paradigma: se trata de hacer un uso del capital más eficiente, dentro de un modelo estrictamente capitalista.

R – Asi es. Creo que la economía colaborativa puede ayudarnos a eliminar ciertos excesos del capitalismo, la cúspide de la pirámide de la que hablaba. El ejemplo más claro es el de la transacción que ocurre entre un agricultor y yo, en la que la mayor parte del dinero se va hacia las capas que cubren la transacción, mientras que si tengo la posibilidad de comprarle al agricultor directamente no pago las capas. Los márgenes de beneficio se reparten mejor entre el agricultor y yo si realizamos la transacción directamente que si hay una tercera parte.

En el ejemplo que acabo de dar casi siempre vamos a necesitar una tercera parte que haga posible este mercado, pero ciertas transacciones pueden realizarse por internet casi sin intermediarios. Es el caso de Uber, que cobra una comisión del 20% por facilitar los ride shares, alquileres o como quieras llamarlos, es quizás excesiva. Pero, por otra parte, es bastante menos de lo que pagarías usando otras empresas que usan más capas, como por ejemplo Avis. Además, cuando haya más empresas como Uber, estoy convencido de que esa comisión del 20% también acabará bajando.

P – Pero justamente, si hablamos de Uber y consideramos que el sector del taxi es un monopolio estructurado, en el que hay que pagar una licencia para pertenecer al monopolio, ¿no crees igualmente que Uber tiene una voluntad claramente monopolística?

R – Sí, es cierto.

P – Desde mi forma de ver, simplemente estamos hablando de la sustitución de un monopolio por otro.

R – Sí, pero aquí has de entrar a valorar de qué tipo de monopolio se trata. Hay monopolios que son un freno a la innovación y no generan beneficio para los consumidores, y hay monopolios que son lo contrario, y que además lo son de facto durante un momento, pero que se pueden romper. En el caso de los taxis, se limita la entrada a nuevos taxistas. Es decir, se prohíbe que haya nuevos trabajadores, mientras que en Uber, sobre el papel, la entrada es libre: se creará así trabajo mientras que a los conductores les interese estar en Uber, hasta el punto en que el número de clientes deje de ser suficiente para que compense entrar en ese mercado.

P – Permíteme hacer de abogado del diablo. Me gusta mucho casi todo lo que tiene que ver con la economía colaborativa, pero esta empresa concretamente me despierta suspicacias. Estoy de acuerdo con que Uber es más eficiente que los taxistas, y creo también que los taxistas se equivocan defendiendo sin más sus privilegios, ya que tienen que ofrecer a los usuarios lo que piden y no deberían bloquear el progreso tecnológico. En mi opinión, los taxistas deberían crear sus propias plataformas colaborativas accesibles desde smartphones y con precios similares a los que propone Uber. E ir más allá, y proponer plataformas colaborativas para compartir taxis, como también se hace en países como Marruecos, en los que es normal tomar un taxi en el que ya hay alguien. Por ejemplo la aplicación WeCab. La usan sobretodo ejecutivos que llegan al aeropuerto y quieren ahorrase los 20 minutos de cola que hay en horas pico en aeropuertos como el de Orly, por dar un ejemplo. Se ponen de acuerdo para compartir taxi con una persona que está al inicio de la cola y comparten taxi.

R – Sí, entiendo. Estas plataformas tienen todo el sentido del mundo, a todos los niveles, social, económico, ecológico, en ahorro de tiempo, se mire como se mire.

P – Cuando hablas de estos asuntos, a menudo lo planteas como eliminar capas o intermediarios. Yo lo que veo más interesante es la posibilidad de hacer un uso del capital más intensivo. Antes hablabas de Avis, que como empresa puede muy fácilmente medir su ratio de rotación de activos inmovilizados, medido como su facturación dividida por el valor de su flota de coches. Evidentemente, intentan aumentar las ventas en relación al valor de la flota. ¿Por qué no íbamos a hacer lo mismo como sociedad?

R – Sí, totalmente de acuerdo. Es justamente hacia dónde vamos.

P – Ahora bien. Si el consumo colaborativo se desarrolla tanto como ambos probablemente deseamos, cabe la posibilidad de que ello impacte negativamente en el crecimiento del PIB.

R – La idea que quiero expresar es que a corto plazo la facturación de ciertas industrias puede bajar. Es decir, la facturación de los hoteles podría bajar, pero la gente que ahorre dinero en un hotel yendo a un apartamento alquilado por Airbnb podrá usar ese dinero en comprar frutas o cualquier otra cosa. El PIB y la riqueza en general aumentarán, pero la facturación de algunas industrias bajará.

P – Estoy de acuerdo contigo en que si aumentamos este ratio de rotación de activos global, todos ganamos. Ahora bien, en España, que es un país en el que el turismo es el 10% del PIB, es posible argumentar que si la industria hotelera pierde, perdemos todos.

R – No lo creo. Al final, el dinero circula en España en todo caso, pero la factura no la emite el Hilton, sino Jorge Fernández. Luego él usará el dinero conseguido para comprar cosas y el dinero circulará en España.

P – Tal como lo ves, el turista de turno en vez de gastar 125 euros en un hotel gastará 100 en un apartamento de alquiler y 25 en un restaurante.

R – Sí, y los 100 euros irán directamente a Jorge, no al Hilton.

En mi artículo de Forbes yo explicaba que en España, lo que tenemos, es mucha gente que va a poder contribuir en la economía colaborativa, no necesariamente con capital, pero sí con otro tipo de activos, como su tiempo o sus habilidades, y podremos generar así más ingresos que les llegarán directamente, al no tener que pasar por tantas capas como comentaba antes.

P – En tu artículo de Forbes, crees que España puede transformarse en una sociedad de emprendedores, pero no eres en absoluto optimista en cuanto a la contribución que empresas pymes puedan hacer para combatir el desempleo. Eres en cambio más optimista en relación a que un desempleado pueda trabajar cuatro horas de socorrista por decir algo y luego dos horas paseando perros y dos horas más transportando a gente con Uber, por ejemplo, gracias a portales colaborativos.

R – Sí, eso es lo que yo llamo un micropreneur (micro-emprendedor) en mi artículo de Forbes.

P – Siguiendo el razonamiento, yo puedo no tener casa, pero mi vecino sí, solo que no tiene a nadie que le abra la puerta a los turistas y me subcontrata a mí para hacerlo.

R – Conozco a una persona cuyo trabajo es gestionar pisos en Airbnb, se ocupa de todo y gestiona hasta 40 casas, y gana un sueldo que te sorprendería.

P – 40 casas llevadas por una persona me parece tan eficiente que casi da miedo, si se plantea la cuestión como lo hacen los ludistas hay que admitir que tanta eficiencia puede destruir empleo, como toda innovación tecnológica, por otra parte.

R – No creo que se vaya a generar desempleo, estoy en desacuerdo con ese punto de vista. Pienso que el capital siempre se mueve en otras direcciones. El tipo que lleva 40 casas está, de hecho, alquilando su tiempo, él no tiene ninguna casa (es decir, no es absolutamente necesario tener una casa para beneficiarse de Airbnb). Su activo es solamente su tiempo, su trabajo. Las 40 personas que alquilan un piso a través suyo y que probablemente no podrían alquilar los pisos si no fuera a través suyo están ahorrando dinero, y el tipo que los gestiona está ganando un muy buen sueldo. Los ahorros de los 40 inquilinos vuelven a la economía en forma de gasto en restaurantes, de compras varias, lo que genera consumo y trabajo en tiendas. En este ejemplo que doy, el único perdedor es el hotelero, todos los demás ganan. Los ingresos se desplazan de un lado a otro, pero el PIB no disminuye. La innovación no hace disminuir el PIB. Solo debemos cambiar determinados paradigmas y que los árboles nos impidan ver el bosque.

Ignacio Oliveras

Executive Master por el IE Business School

 

http://www.huffingtonpost.es/ignacio-oliveras/cartagena

 

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