El desafío de desaprender: la necesidad de seguir actualizando nuestro saber a lo largo de toda la vida

A través de la historia, la humanidad fue acumulando conocimiento de manera gradual y lenta. El ritmo al que el saber perdía vigencia era también lento y eso nos llevó a diseñar nuestra vida con una etapa inicial de aprendizaje que incluye unos 10 a 20 años de educación formal e informal, para luego dedicar el tiempo que nos quede a aplicar el saber adquirido en nuestra tarea profesional adulta.

 

(De la redacción: Nos pareció pertinente transmitir un extracto de los conceptos de Dra. Alicia Buñuelos en el XIII Encuentro Iberoamericano de Ciudades Digitales en Buenos Aires, octubre 2012 – Presente y futuro de la Sociedad del Conocimiento:

 La sociedad del conocimiento se refiere a la apropiación crítica y selectiva de la información para producir conocimiento. Es decir que la sociedad del conocimiento requiere que las personas se apropien de la información y del conocimiento para producir más conocimiento.

En los últimos 50 años la población mundial aumentó en 2.000.000.000 de personas, la esperanza de vida lo hizo en 25 años. En ese mismo período la mayor parte de la población mundial mejoró sus ingresos económicos, y el analfabetismo se redujo del 50% al 25%.

Estas mejoras son consecuencia de la revolución científica y tecnológica y que se acelera con la mejoras en las tecnologías de la información y comunicación (TICs). El desarrollo en muchos campos de la ciencia y la tecnología depende de la potencia de las computadoras/enlaces/capacidad de memoria, las mejoras en este ámbito se trasladan automáticamente a los avances del conocimiento humano, incluso en las ciencias donde el campo del conocimiento no está directamente relacionado a la ciencia informática como por ejemplo la genética, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de los materiales.

Esto ayuda a comprender que vivimos una era donde la velocidad de cambio es creciente, con tecnologías cada vez más “inteligentes” que requieren conocimientos y habilidades distintas. En la tecnología del silicio se está duplicando el poder de procesamiento cada 18 meses y en la neurociencia el conocimiento se duplica cada 20 meses. Asumiendo que se duplica el conocimiento en 2 años (24 meses), en 13 años de escolaridad obligatoria el conocimiento habrá aumentado 64 veces, un dato para no olvidar. Tenemos que hacernos resistentes y prepararnos para hacer frente a estos riesgos. Para el 2050 la tecnología informática mejorará más de 1.000.000 de veces, cálculo basado en la mejora de los chips de silicio, seguramente será superado si se tienen en cuenta las mejoras que se producirán con la informática cuántica (Nobel de Física 2012, Haroche y Wineland).

Desde 1840 hemos duplicado la esperanza de vida, y actualmente aumenta en más de 5 horas por día lo que representa 3 meses por año. El desafío es lograr una nueva forma de gestionar colectivamente el planeta, logrando la apropiación de la sabiduría colectiva. Debemos avanzar hacia la sociedad del conocimiento con todos incluidos).

 

En esa segunda etapa, la mayoría dedicamos mucho menos tiempo a seguir estudiando, a actualizar lo que aprendimos, que en aquellos años formativos iniciales.

La aceleración del cambio de las últimas décadas está poniendo en jaque esta manera de encarar la vida. ¿En qué medida puede, por ejemplo, un médico formado hace 30 o 40 años ejercer su actividad de manera efectiva hoy? ¿Cuánto tiempo debería dedicar a ponerse (y luego mantenerse) al día al ritmo que se genera nuevo conocimiento? ¿Y cómo es posible compatibilizar esa gran inversión de horas con la alta demanda que ya implica su trabajo diario actual? La idea de estudiar una carrera durante 4 o 5 años de joven para adquirir el saber de nuestra profesión y luego trabajar de ella por el resto de nuestra vida empieza a resultar insostenible. Samuel Arbesman, en su libro La vida útil de los datos, estima que en la mayoría de las áreas la «fecha de expiración» del conocimiento no llega hoy a los 10 años.

Esta reciente necesidad de seguir actualizando nuestro saber a lo largo de toda la vida ha puesto en foco la atención de muchos investigadores en la dificultad creciente de aprender en la edad adulta. Sin embargo, para mí esta manera de ver el tema pasa por alto el aspecto más problemático. El nuevo desafío más difícil que enfrentamos como adultos no es aprender. Es desaprender.

Todo conocimiento nuevo que adquirimos debe integrarse conceptualmente con nuestros saberes previos. Algunas novedades encajan fácilmente con lo que ya sabíamos y nos resulta rápido y sencillo incorporarlas, porque refuerzan nuestras creencias. Pero otras novedades chocan con algunas de las certezas que el estudio y la experiencia previa nos llevaron a adquirir y entran en conflicto con nuestra manera de ver el mundo. En algún sentido, como niños éramos un recipiente vacío, listo para ser llenado. Como adultos, estamos ya llenos de convicciones y prejuicios. Agregar contenido implica en ocasiones desprendernos de lo previo, renunciar a la comodidad que ofrece el terreno conocido.

Es importante entender que en este proceso nuestras tendencias mentales no nos ayudan. El brillante psicólogo israelí Daniel Kahneman mostró con sus experimentos que la «resistencia al cambio» y la «preferencia por el statu quo» son dos sesgos cognitivos que están profundamente arraigados en el funcionamiento de nuestra mente. Una vez que sabemos algo, nos cuesta muchísimo revisarlo.

Si nos dejamos llevar por nuestras tendencias naturales será fácil disfrazar la resistencia al cambio con racionalizaciones que nos eviten el problema de desaprender. Pero como seres culturales que somos, tenemos el exclusivo privilegio de poder pelear contra nuestra naturaleza. Sólo a partir del esfuerzo consciente por volver a poner un signo de pregunta a nuestras certezas podemos encontrar el camino a desaprender y reaprender como modo de vida.

El desafío es grande, pero el premio también: en el plano social, la oportunidad de ser protagonistas del mundo que viene. En el plano personal, seguir creciendo y ampliando nuestros horizontes, cualquiera sea la edad que tengamos.

Santiago Bilinkis – LA NACION Revista

El autor es emprendedor y tecnólogo, autor del libro Pasaje al futuro (Sudamericana)

http://www.lanacion.com.ar/1893521-el-desafio-de-desaprender-la-necesidad-de-seguir-actualizando-nuestro-saber-a-lo-largo-de-toda-la-vida

 

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