La globalización enfrenta su mayor prueba en décadas

El Brexit y la retórica proteccionista en la campaña electoral de Estados Unidos, que incluye el rechazo al Tratado Transpacífico, hacen que el modelo que rige la economía mundial desde hace más de 70 años corra serio riesgo de desmoronarse

La contienda por el segundo distrito de Nebraska -cuyo constituyente más famoso es el legendario inversor Warren Buffett- es lo habitual de las elecciones. Pero este año es emblemática de una batalla ideológica aún mayor. Mientras los políticos populistas de todo el mundo, como Donald Trump, intentan sacar ventaja del descontento con la globalización, el distrito forma parte de una campaña intencionada montada por grupos empresariales a favor del libre mercado para contraatacar.

No hay dudas de que la globalización enfrenta su mayor prueba política en décadas. La votación del Reino Unido para dejar la UE en junio y la perspectiva de que la carrera por la presidencia de Estados Unidos este año podría llegar a ser testigo de la elección de un proteccionista declarado generó miedos de que el modelo que rige la economía mundial desde hace más de 70 años se esté desmoronando. Lo mismo generó la creciente oposición de Estados Unidos y Europa a acuerdos comerciales como la Alianza Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) del presidente estadounidense Barack Obama y la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión de la UE y Estados Unidos (TTIP, por sus siglas en inglés).

Pero los «globalistas», como los llama Trump, contraatacan. Sostienen que, a pesar de todas sus falencias, la globalización le hizo bien a la economía mundial. Sirvió para sacar de la pobreza a mil millones de personas de países en desarrollo y ayudó a elevar los niveles de vida de las economías ricas.

Brad Ashford, representante en Washington, es un defensor incondicional de la TPP, que Obama negoció con Japón y otras 10 economías de la Cuenca del Pacífico .

«Aquí tenemos numerosas empresas manufactureras y afines [a la agricultura] que dependen del comercio. Cuanto más expandamos el comercio con Asia, más personas podremos emplear y los salarios crecerán», afirma Ashford. «Quiero hablar sobre el comercio y sobre las crecientes oportunidades que las personas tienen aquí. Y no sé por qué no las aprovechan».

La postura le valió el apoyo de la Cámara de Comercio de Estados Unidos y otros grupos empresariales que normalmente se inclinan a favor de los republicanos. Este año, el lobby empresarial está haciendo todo lo posible para conservar una mayoría procomercio en el Congreso, independientemente de lo que suceda en una campaña presidencial en la que el comercio es un término tóxico.

Además de Buffett y su grupo Berkshire Hathaway, los mayores partidarios de Ashford este año incluyen multinacionales como Deere & Co y Honeywell, así como la National Cattlemen’s Beef Association y otros grandes grupos agrícolas. Ese tipo de apoyo se está replicando por todo Estados Unidos: grupos empresariales y el gobierno de Obama están trabajando arduamente para conseguir los 218 votos que precisarán para llevar la TPP a la Cámara de Representantes después de la elección del 8 de noviembre.

Pero la lucha real trasciende las fronteras de Estados Unidos y el destino de la TPP. Muchos líderes empresariales manifiestan una profunda preocupación por el rumbo de la economía mundial. Jeff Immelt, presidente y CEO de General Electric, advirtió en mayo sobre los peligros que entrañaba una elección presidencial estruendosa en Estados Unidos y un aumento del proteccionismo. Advirtió que estaba llegando «un cambio transformador en materia de globalización» y la manera de responder, al menos para GE, era mediante una estrategia de «localización», que en muchos casos implicaría un desvío de la industria manufacturera basada en Estados Unidos.

Emma Marcegaglia, presidente de Eni, la mayor empresa que cotiza en bolsa de Italia, y presidente de BusinessEurope, sostiene que si los adversarios de la globalización logran frenar acuerdos comerciales como la TPP o la TTIP, se arriesgan a anular las perspectivas de crecimiento que precisan muchas de las principales economías. «Si no luchamos contra esta ola de proteccionismo, tendremos menos crecimiento y menos empleo», señala.

Efectos nocivos

Aun así, la reacción violenta contra la globalización también forzó a algunos de los máximos defensores a reconocer que ésta causó daños colaterales dolorosos, especialmente en las comunidades de Estados Unidos y Europa dependientes de la industria manufacturera que salieron perjudicadas por la competencia de China, y los trabajadores poco calificados que quedaron postergados.

Al dirigirse a la ONU, Obama pidió una «corrección del rumbo» en la marcha hacia la integración mundial. En numerosas ocasiones, «los defensores de los beneficios de la globalización» habían ignorado la desigualdad y otros problemas reales, dejando margen para «visiones alternativas» que van desde el «populismo crudo» hasta el «fundamentalismo religioso» para sacar ventaja del descontento ciudadano. No obstante, también ensalzó el poder de la globalización para reducir la pobreza y desaconsejó el proteccionismo.

«Hoy una nación rodeada de muros no hace más que encarcelarse a sí misma».

Christine Lagarde, directora general del FMI, estuvo entre los que pidieron que se haga más para ayudar a los que quedaron postergados a causa de la globalización. En Estados Unidos, Lagarde alentó de manera proactiva un giro político hacia la «redistribución», incluyendo una suba de impuestos para los ricos, mayor énfasis en educación y capacitación laboral e incluso un aumento del salario mínimo federal.

«Lo que precisamos es una globalización que funcione para todos», comentó este mes. El cambio de retórica resuena en Angus Deaton, ganador del Premio Nobel de economía en 2015. En un trabajo de investigación publicado el año pasado, el economista de Princeton y su esposa, Anne Case, documentaron un aumento alarmante de muertes entre los hombres blancos estadounidenses de mediana edad y bajo nivel educativo debido mayormente a suicidios y sobredosis de drogas. Sugieren que una de las explicaciones radica en el aumento de la inseguridad económica en partes del país azotadas por la pérdida de puestos de trabajo a causa de la automatización y la globalización.

Deaton sigue defendiendo a ultranza los beneficios de la globalización. «Lo loco es que algunos adversarios de la globalización olvidan que mil millones de personas lograron salir de la pobreza, en gran medida, gracias a la globalización», afirma.

Pero también sostiene que los economistas y otros partidarios tienen la responsabilidad moral de dejar de ignorar a los que quedaron postergados.

También están quienes apoyan un replanteamiento radical y ven la suerte de mea culpas de Obama y Largade con escepticismo. En su libro de 2011, The Globalisation Paradox (La paradoja de la globalización), Dani Rodrik, profesor de la Kennedy School of Government de Harvard, presentó lo que él denomina el «‘trilema’ político fundamental de la economía mundial: no podemos al mismo tiempo luchar por la democracia, la determinación nacional y la globalización económica».

«La principal limitación que pesa sobre la economía mundial en este momento no es que no sea lo suficientemente abierta. Es muy abierta. La principal limitación es en verdad que el sistema carece de legitimidad», señala Rodrik.

Política oportuna

En medio de tales debates, el impulso a favor de la causa del libre comercio está generando alianzas políticas poco habituales. En una reunión celebrada tiempo atras para promover la TPP, acompañaron a Obama en la Casa Blanca John Kasich, el excandidato presidencial republicano, así como directivos de empresas, entre ellos Michael Bloomberg y Ginni Rometty, principal ejecutivo de IBA.

Bloomberg y Tom Donohue, el presidente desde hace años de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, arremetió contra Trump y su rival demócrata, Hillary Clinton, por oponerse a la TPP, señalando que el comercio internacional se había beneficiado de los estadounidenses durante décadas rebajando el precio de los bienes de consumo.

A su vez, alineados de manera inverosímil con Obama hay archienemigos políticos como Charles y David Koch, los multimillonarios que gastaron millones en oponerse a la agenda del presidente en los últimos ocho años.

Los hermanos Koch se negaron abiertamente a apoyar a Trump, en parte debido a la retórica comercial proteccionista del empresario.

También pretenden garantizar que, tras su coqueteo con Trump, el partido republicano vuelva a sus raíces promercado abriendo una «academia de liderazgo» especial para activistas y candidatos que incluye conferencias sobre los beneficios del libre comercio.

El caso del comercio y la TPP ganó ampliamente la batalla en Nebraska, un estado agrícola que se precia de tal y abastece de carne vacuna y soja a todo el mundo. «Somos el trigésimo octavo estado más grande en términos de población, pero somos el cuarto exportador agrícola más grande. De modo que no hace falta estudiar economía por mucho tiempo para darse cuenta de que tenemos que mirar a los mercados que están más allá de las fronteras de Estados Unidos», declara Greg Ibach, director del Departamento de Agricultura de Nebraska.

Barb Cooksley, una estanciera de cuarta generación y presidente de la Nebraska Cattlemen Association, afirma que la TPP brindaría un impulso sumamente necesario en una época de creciente competencia internacional y de caída de precios. Y comenta que el acuerdo comercial reciente entre Australia y Japón, que facilita el acceso de los productores australianos al mercado japonés, le está costando a los exportadores estadounidenses u$s 400.000 por día.

 Shawn Donnan

http://www.cronista.com/financialtimes/La-globalizacion-enfrenta-su-mayor-prueba-en-decadas

 

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