Yellen contra los dioses

 

Las declaraciones de la presidenta de la Fed no nos dejan nada tranquilos.

“Ni Dios podría hundir este barco”.

– Tripulante del Titanic… El barco se hundió cuatro días más tarde

“Volví de Alemania con paz para nuestro tiempo”.

– Neville Chamberlain… 11 meses antes del inicio de la segunda guerra

“Argentina planea ofrecer un bono a 100 años” (preciado para dar un interés de solo 7.9% hasta 2117)

– Bloomberg, 19 de junio de 2017…

Hoy analizaremos la contribución de Janet Yellen al famoso club de las últimas palabras.

Esto fue lo que dijo:

“¿Diría yo que nunca habrá otra crisis financiera? Probablemente eso sería exagerado. Pero creo que estamos mucho más seguros. Creo que, en lo que quede de nuestras vidas no veremos ocurrir otra crisis como la de 2008”

Esto debe ser lo que esperaban los dioses. ¿Qué come Yellen? ¿Qué toma? ¿En qué piensa?

El clima es tan bueno que la presidente de la Reserva Federal se lanzó a construir una casa sin techo.

Apilando bloques de madera

No sabemos más que la presidente de la Fed sobre cuándo llegará la próxima crisis. Pero no somos tan tontos para tentar al destino. Ni tan vanidosos para pensar que podríamos evitarlo.

Las crisis financieras vienen cada tanto. Generalmente, vienen cuando menos las esperas, cuando pueden hacer más daño.

Yo creo que una crisis empezará antes de fin de año. ¿Por qué?

Primero, porque la caída de los precios del petróleo y las tasas de interés de los bonos señalan una economía lenta. La recesión tiene que llegar.

Segundo, porque los niveles de deuda están más altos que nunca. Se dice que hay más de U$S 250 billones en deuda a nivel mundial. Y aumentar la deuda es como apilar bloques de madera. Más alto los apilas, más probable que caigan.

Yellen dice que los bancos están mejor regulados y que es menos probables que caigan en una crisis. Pero el último test de estrés muestra que la vulnerabilidad bancaria a la deuda de tarjetas de crédito ha aumentado.

Además, la deuda bancaria es solo una parte del paisaje. El gobierno estadounidense está chocando contra el techo legal de su deuda.

¿Qué pasará cuando la Fed se quede sin dinero y el techo no se mueva de su lugar? ¿El Congreso lo subirá ordenadamente?

¿Será otro circo de tweets y recriminaciones como el “Russiagate” o el “Obamacare”, llevando a los inversores a sacar silenciosamente su dinero de la mesa e ir a la salida?

Un gigantesco depósito de deuda

Al mismo tiempo, los consumidores se chocan con su propio techo de deuda. Tienen U$S 14 billones de pasivo doméstico.

Sin un trabajo real ni crecimiento del ingreso, solo pueden mantener su estándar de vida pidiendo prestado. Ya deben más de lo que lo hicieron en las vísperas de la crisis financiera de 2008; sus piernas empiezan a flaquear.

Los precios de los autos usados caen, poniendo en peligro la estructura de U$S 1.2 billones de deuda automotriz.

Los préstamos estudiantiles – otros U$S 1,2 billones – son cada vez son menos cobrables.

Los gobiernos locales y estatales tienen U$S 5 billones en pasivos jubilatorios sin fondear.

La deuda corporativa también está en niveles record, cerca de U$S 8,5 billones.

En la próxima crisis, muchos deudores marginales tendrán problemas para pagar sus préstamos. Estallarán las pérdidas, los defaults y las quiebras.

Y no te olvides de que toda la economía mundial está interconectada.

El humo que hueles podría venir de China. El país se ha vuelto un gigantesco depósito de deuda.

Y en algún rincón del almacén, una pequeña pila de trapos empapados en deuda arde.

Cuando salgan las llamas, las chispas volarán a través del Pacífico en segundos. Minutos después, todo el mundo financiero estará en llamas.

Declive Imperial

Pero el detonante en la próxima crisis también podría ser los mercados de activos estadounidenses.

El descubrimiento de precios por inversores honestos y diligentes de otra época ha dado lugar a la manipulación de precios por burócratas confabuladores de la Fed.  Con una pequeña conexión entre precio y valor, una pequeña venta puede desencadenar una “cascada de ventas” mientras estos “sistemas inteligentes” activan órdenes automáticas de y empiezan a vender billones en ETFs, cuentas manejadas por robots, fondos de cobertura, etc.

No habrá una caminata calma hacia la salida, sino una explosión catastrófica, con millones de inversores aplastados.

¿Cuál será el disparador? No sabemos más que Yellen. Pero tal vez ella quiera ver las noticias. Seguramente se impresionará. Cada día hay nuevas razones para correr a cubrirse.

Tal vez ella también quiera mirar por la ventana.

Por lo que sabemos, nunca lloverá de nuevo. Pero por las dudas tenemos un paraguas junto a la puerta.

Bill Bonner – julio de 2017

Para CONTRAECONOMÍA

www.igdigital.com

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