Devaluación e Inflación: Las empresas y los medios deben convencerse de la necesidad de un cambio cultural

Argentina está luchando por un cambio, después de 12 años del populismo kirchnerista. Partimos de un país estaba totalmente desequilibrado. Uno de los principales problemas era y es la inflación y fue la desactualización del tipo de cambio.

Las correcciones que se han hecho en Argentina, pasaron por una devaluación que históricamente se trasladan a los precios y por consiguiente transforman en estériles las medidas llevadas a cabo para corregir el problema.

En principio, una depreciación del tipo de cambio puede incidir sobre los precios al consumidor a través de diversos canales. En términos generales, los efectos de ajustes en el tipo de cambio sobre los precios domésticos pueden agruparse en efectos de primera y de segunda ronda. Respecto a los primeros, una depreciación cambiaria aumenta el precio en pesos nacionales de los bienes de consumo importados. Asimismo, los precios de los bienes de consumo nacionales que compiten con los productos importados también tenderían a verse presionados al alza. Aunado a lo anterior, como resultado de una depreciación, los costos de las empresas nacionales que utilizan insumos y bienes de capital importados tenderían a aumentar y es previsible que dichas empresas traten de trasladar sus mayores costos, o parte de ellos, a los precios de los bienes finales. En cuanto a los efectos de segunda ronda, estos se presentan cuando ante una mayor inflación, asociada a los efectos de primera ronda, los agentes económicos comienzan a ajustar al alza sus expectativas de inflación de mediano y largo plazo. Bajo estas condiciones, tendería a observarse un aumento generalizado de precios. Es decir, no solo aumentarían los precios de bienes comerciables sino también aquellos de bienes no comerciables y servicios. Resaltemos que lo anterior suele ocurrir cuando el compromiso de un banco central con el objetivo de estabilidad de precios no es plenamente creíble y, en consecuencia, las expectativas de inflación no están bien ancladas. No es el caso de la Argentina actual, ya que está muy en claro la política monetaria del Banco Central.

El impacto de movimientos en el tipo de cambio sobre los precios domésticos ha sido un tema recurrente de análisis entre especialistas. Durante el último año las monedas de las economías emergentes, se han depreciado respecto al dólar estadounidense y la influencia sobre la inflación ha tenido un cambio drástico que no está reconocido en nuestro país, tanto sea por los empresarios como por los medios.

Es válido considerar la evolución de la economía mexicana de los últimos años. Un fenómeno nuevo es la devaluación sin inflación. Lo es para México y para varios otros países emergentes y exportadores de mercancías (Australia, Chile, Noruega).

La evolución de la inflación general anual y la variación anual del tipo de cambio nominal desde enero de 1976 hasta noviembre de 2015.  Hasta aproximadamente principios de la década pasada ambas series (devaluación e inflación) se encontraban estrechamente correlacionadas (0.787). No obstante, a partir del año 2000 el grado de correlación entre la inflación y las variaciones del tipo de cambio nominal disminuyó considerablemente (0.017). Surge que en los últimos 15 años el traspaso de movimientos en el tipo de cambio a los precios al consumidor parece haber sido muy moderado. En este contexto, en contraste con lo ocurrido durante los años 80s y medianos de los 90s cuando ajustes al alza en el tipo de cambio nominal estuvieron asociados con repuntes importantes en la inflación. Más recientemente, durante el último año la depreciación de la moneda nacional mexicana ha coincidido con niveles mínimos históricos para la inflación general anual, por lo que su impacto sobre el comportamiento de los precios ha sido moderado y se ha limitado en un número reducido de bienes, particularmente bienes durables.

Ante esta evidencia una pregunta obligada es qué factores explican el bajo traspaso de fluctuaciones cambiarias a los precios domésticos en los últimos 15 años y, particularmente, en el episodio reciente de depreciación del peso mexicano de noviembre de 2014 a la fecha. En primer término, una política monetaria creíble enfocada en la estabilidad de precios ha contribuido a crear un entorno de inflación baja y estable en México. Ello ha propiciado un anclaje sólido de las expectativas de inflación de mediano y largo plazo. Bajo estas condiciones, ante depreciaciones del tipo de cambio no se observan los efectos de segundo orden sobre los precios a los que ya se hizo referencia anteriormente.

En resumen, claramente surge, que el compromiso del Banco Central con el objetivo de estabilidad de precios ha ido adquiriendo una mayor credibilidad. Como resultado del avance en el control de la inflación, el anclaje de las expectativas de inflación de mediano y largo plazo se ha ido fortaleciendo. En este sentido, una política monetaria enfocada en el objetivo de estabilidad precios e implementada por un banco central autónomo ha sido fundamental para que la inflación este teniendo una evolución favorable.

Este dato de la realidad del país del norte, debería ser reconocido por empresarios y medios, para el análisis a mediano y largo plazo del país.

El cambio de cultura respecto a lo que históricamente se soportaba en nuestro país, debe ser consolidado drásticamente y la contribución a este cambio está en manos de las empresas y los medios. Debemos considerar profundamente el futuro a la luz de las condiciones actuales. La inflación de 6.3 % del primer trimestre, es menos importante que resaltar la tendencias de la inflación pura sin considerar los aumentos tarifarios, que se deben a razones especificas del engaño que fuimos sometidos los argentinos respecto al valor de las tarifas públicas.

 

El tipo de cambio nominal en México se devaluó en 30% en los últimos quince meses, a partir de agosto del 2014. Al mismo tiempo, el índice de precios al consumidor solo aumentó en 5%. El traspaso (pass-through) del tipo de cambio a los precios, medido como el impacto de la devaluación nominal sobre la tasa de inflación, es actualmente bajo, inferior al de otros episodios en el pasado.

Cambios en dicho parámetro reflejarían cambios estructurales asociados, por ejemplo, a una mejora en la credibilidad de la política monetaria.

Con el objetivo de ampliar el concepto, mencionemos que México experimenta una caída en los términos de intercambio que genera una depreciación del tipo de cambio real. Por el lado nominal, suponiendo una inflación internacional constante, esto implica o bien una devaluación del tipo de cambio nominal, o bien una deflación. El Banco de México está empeñado en mantener la estabilidad de precios, eliminando la segunda alternativa. La consecuencia es una devaluación nominal acompañada de un bajo pass-through.

Finalmente, mencionemos una serie de reflexiones sobre la inflación y las tasas de interés publicadas por Iván Carrino, Editor de CONTRAECONOMÍA – El lado B de las finanzas y los mercados – (www.igdigital.com).

 

Con el objetivo de bajar la inflación, el Banco Central decidió subir la tasa. Esto desencadenó una serie de malas interpretaciones.

Recordemos que pasamos de la recuperación post-crisis a la estanflación en pocos años. Entre 2011 y 2015, los precios se multiplicaron por 3, mientras que el PBI per cápita cayó 3% en términos reales. El “estímulo monetario” no sirvió para nada.

En la actualidad, el Banco Central tiene como objetivo bajar la inflación y, para eso, implementa un sistema de “metas” que ha dado buenos resultados en todo el mundo. En este marco es que decidió subir la tasa de interés esta semana, luego de conocerse que, en marzo, los precios subieron 2,4%.

A continuación, las 5 falacias más difundidas sobre este tema.

Falacia #1: Si la tasa alta no bajó la inflación, subirla más no lo logrará tampoco

El razonamiento es realmente absurdo. En primer lugar, porque la política de metas de inflación ya dio resultados positivos. Por ejemplo, durante el segundo semestre de 2016 la inflación fue la más baja en 8 años. ¿Dónde está el fracaso de subir la tasa?

Por otro lado, porque el razonamiento equivale a decir: “si le ofrecí 10 pesos a un amigo para que me venda un caramelo y él no aceptó, ¿por qué va a aceptar si le ofrezco $ 100?”. Claramente, si aceptamos que a mayor precio mayor disposición a vender el caramelo, también tenemos que aceptar que a mayor tasa de interés, mayor será el incentivo para que los tenedores de pesos se los entreguen al Central, éste los absorba y caiga el exceso de dinero que hay en el mercado.

Falacia #2: El impacto de las tarifas en la inflación demuestra que el problema no se arregla solo con política monetaria.

Una de las explicaciones más razonables sobre los malos datos de inflación de marzo y febrero es el impacto que tuvo el sinceramiento de tarifas. En lo que va del año, los precios regulados acumulan una suba de 9,9%, lo que impulsa al alza el promedio de precios que se toma en cuenta para elaborar el IPC. Esto hace que muchos piensen que la inflación que vivimos es una “inflación de costos” (no monetaria) y que, como tal, no se arregla con una política monetaria contractiva, sino que hay que acudir a métodos heterodoxos.

La afirmación es completamente falsa. Es que la suba de tarifas no refuta, sino que refuerza, la teoría monetaria de la inflación. Entre 2002 y 2015, la cantidad de dinero en circulación se multiplicó por 22, mientras que los servicios públicos tuvieron sus precios casi congelados. Esto hizo que la enorme inflación en la cantidad de dinero no pudiera reflejarse en un mayor precio para estos servicios, pero de manera transitoria. Una vez que el gobierno decidió destapar la olla (gradualmente), el efecto de la expansión monetaria apareció en los precios atrasados. La suba de tarifas es una muestra más de la relación directa entre exceso de pesos e inflación.

Falacia #3: Es deseable bajar la inflación, pero no al costo de la recesión

Otra de las ideas falsas que circulan en torno de la nueva política monetaria del Banco Central es que la baja de la inflación se hace a costa de la recesión.

La inflación es un impuesto que cobra el estado sin pasar por el debate legislativo. Y nadie que crea que tener menos impuestos es bueno para el crecimiento económico pueda afirmar, al mismo tiempo, que bajar el impuesto inflacionario es recesivo para la economía. Para crecer de manera sostenida, lo malo no es bajar la inflación, sino tenerla.

Falacia #4: La alta tasa de interés perjudicará la actividad económica

En este caso, el razonamiento es el siguiente: si un banco me paga, digamos, una tasa del 20% anual, me conviene dejar el dinero allí en lugar de realizar una inversión productiva. Así, una tasa “alta” conspira contra la producción.

Hay numerosas fallas en este razonamiento. La primera es que la tasa de interés es resultado de la oferta y demanda de ahorro. Si el ahorro es bajo, la tasa es alta, sin importar lo que diga el Banco Central. No se puede imprimir felicidad, y el proceso productivo exige ahorro, para que luego éste pueda transformarse en crédito productivo.

Por otro lado, es discutible que la tasa sea alta. Si solo nos guiamos por los datos nominales, nos va a parecer que la tasa es alta. 26,25%, en un mundo de inflación cero, sí luce como algo elevado. Sin embargo, una vez que incorporamos la inflación anualizada, o las expectativas de inflación futura (28% y 21% respectivamente), la tasa del BCRA ya no parece tan alta.

El Banco Central busca mantener una tasa positiva (que no es alta) respecto de la inflación. Esa tasa positiva busca premiar el ahorro, y ese ahorro es el que se va a volcar a la actividad productiva para generar un crecimiento económico sostenible.

Si alguna industria determinada sufre porque existen tasas de interés reales positivas (lo que debería ser perfectamente normal), en realidad el problema lo tiene la industria, ya que demuestra que solo puede vivir con el subsidio monetario de la tasa negativa.

Falacia #5: El problema no es la tasa en pesos, sino en dólares

Muchos pueden estar de acuerdo con lo que planteo en el punto 4, pero van a sostener que lo que hay que mirar es la tasa de interés en dólares. Con un dólar que prácticamente no se ha movido, una tasa de 26,2% puede no ser alta en pesos, pero sí es alta en dólares.

Ok, consideremos que esto es así y que no hay que tener en cuenta devaluaciones esperadas. Lo cierto es que el dólar está cayendo en todo el mundo, incluso en países como México, cuya moneda había sido seriamente castigada luego de la elección de Trump. Las monedas fluctúan, son otro precio del mercado, y el Banco Central no puede ocuparse de todos los negocios financieros que pueden hacerse en ese mercado. Si para bajar la inflación el costo que hay que paga es que algunos hagan un buen negocio financiero, se tratará de un costo muy bajo cuando se mire en retrospectiva.

Conclusión: Que el Banco Central hoy tenga como único objetivo la baja de la inflación es un dato para celebrar.

Federico Rivero Lahitte

 

Notas Consultadas:

http://monitorbursatil.com/2016/03/cuanto-han-tardado-los-paises-en-bajar-su-inflacion/

http://monitorbursatil.com/2016/03/domando-los-precios-a-la-salida-del-populismo/

http://monitorbursatil.com/2016/02/sobre-el-traspaso-del-tipo-de-cambio-a-los-precios-cual-es-el-choque-fundamental-y-por-que-importa-nota-final/

http://focoeconomico.org/2015/12/07/consideraciones-sobre-el-traspaso-de-movimientos-cambiarios-a-los-precios-en-mexico/

http://focoeconomico.org/2016/02/08/sobre-el-traspaso-del-tipo-de-cambio-a-los-precios-cual-es-el-choque-funcamental-y-por-que-importa/

http://monitorbursatil.com/2016/02/consideraciones-sobre-el-traspaso-de-movimientos-cambiarios-a-los-precios-en-mexico/

http://monitorbursatil.com/2016/06/a-que-paridad-puede-llegar-a-estabilizarse-el-tipo-de-cambio/

http://inversionesalacarta.com/2017/04/el-modelo-de-metas-de-inflacion-una-nota-tecnica/

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